domingo, 4 de noviembre de 2012

Deja que vuelva.


Deja que vuelva.

Te llevaste la poesía,
la sustituiste bien
y no me quejo,
cuando llegaba la noche
ya no tenía nostalgia
ni ganas de coger el folio
pues tú te aparecías entre las sombras
cruzando la puerta del cuarto
con vistas a tu cuerpo,
o al cielo,
que viene a ser lo mismo,
y quitabas ese lápiz de mis manos
para ponerlo sobre la mesa,
y a mis dedos sobre tu cintura.

¡Ay, pobre poesía,
qué bien entiendo ahora a Bécquer
cuando decía que era ella,
y ahora ella eres tú!

Si tuviera que narrarte,
no podría,
las palabras huyeron de mis labios
para habitar entre tus besos,
que ya no versos.

Sólo me queda una cosa que decirte
ahora que cuando cruzo esa puerta
no da a tu cuerpo,
sino al olvido:
La distancia es sólo un punto de fuga
por donde se escapa el tiempo
que queda para volver a verte,
pero por favor,
deja que vuelva la poesía,
que mientras te echo de menos
no sé con qué entretenerme.

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