domingo, 16 de diciembre de 2012

Lo contrario a un domingo cualquiera.

Lo contrario a un domingo cualquiera.

Hoy era una tarde de domingo imposible,
de esas que nunca suceden,
de invierno anticipando el verano,
de turistas extranjeros en su propia ciudad,
de mirar la catedral de Sevilla como si aún
hubiera dentro una princesa esperando
a salvarse del desamor o la muerte.

No puedo hablar de esta tarde de domingo
como si existiese,
porque antes de que naciera
supe que era imposible que pudiera suceder,
que el sábado dejaría paso al lunes
sin preguntarse si acaso algo
quedaría descolgado entre medias.

Pido un café,
sueño la lluvia,
bebo en este espacio sin tiempo,
mirando a un reloj que apunta una hora
fuera de lugar que utiliza tu nombre
para decirme que es un domingo
imposible,
inexistente,
pero más bello que un viernes
por saber que estás.
es decir, todo lo contrario
a un domingo cualquiera.