domingo, 30 de septiembre de 2012

Inestabilidad emocional de domingo.


I
nestabilidad emocional de domingo.

Podría hablar de ti
pero es más conveniente
que lo haga del otoño;
me ha pillado un domingo lluvioso
tirada en el sofá
con una resaca del quince
y una de tus fotografías
compañera de almohada;
ha sido un poco cruel,
lo admito,
creo que no aún no tuve ocasión
de hacerle ninguna jugarreta
para que al mirar al cielo
te lloviera sobre mí
con esa rabia precipitada.

Sí, así es,
el otoño me ha declarado la guerra
mientras yo te firmaba la paz,
será que no entiende
que prometiese pasar mi vida contigo
y aquí esté,
tirada en el sofá hablando
de que ha sido un cabrón
lloviéndote en domingo.

Podría hablar del otoño,
pero es más conveniente
que empiece a hablar de ti,
porque eres lo único
que podría salvarme
de este domingo
que llueve
y te echo de menos,
sintiéndome inútil
por no colgarme del primer avión
que huye lejos de este sillón
en el que me encuentro
pensándote
sin mover el culo
para ir a buscarte
y hacerte feliz.

Un domingo de otoño
lluvioso, que llueves,
y las gotas de lluvia
que me atraviesan la piel
como si fueran tus lágrimas
me dicen que no estás,
y que es otoño,
domingo,
lluvioso,
y empapas
al igual que calas.
y dueles
al igual que llueves.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Golondrina.


Golondrina.

La felicidad cuando pasa
cobra un precio muy caro
llamado nostalgia,
sé de lo que hablo
porque mientras escribo
estas palabras
me acuerdo de tu cara
dibujando en el cielo
mi sonrisa,
alejándome del miedo
que tengo de no volver a verte,
sé de lo que hablo
aunque haya gente
que se muera sin saberlo,
el amor sin egoísmo,
el presente sin pasado,
unas manos vacías
que dan todo lo que no tienen.

Si algún día
me preguntan tu nombre
responderé libertad,
y diré que a base de caerte
aprendiste a volar alto.
La libertad es eso,
un pájaro
que aprende a volar
cuando le dan alas,
tú más que nadie lo sabes.

Gracias por haber hecho
que yo lo aprendiese

colgada de tu vuelo.

sábado, 1 de septiembre de 2012

Quédate conmigo.


Quédate conmigo.

Léeme el corazón
y yo te escribiré las heridas
para hacerlas cicatrices,
vérsame los miedos y tápame los ojos,
haremos el amor y nos llevará hasta el cielo,
muérdeme las garras
que saco cada vez que no te encuentro,
en este andén de despedidas
donde tanto movimiento
se me escapa de las manos.

Átame a tu pelo,
y siente que el dolor es algo nuevo
que ya habías olvidado,
cuando te acuerdes de esas noches
que empezaban en tu pecho
y acababan en tu ombligo,
sacúdeme la incertidumbre,
báilame la suerte en este folio,
y atajaré por los caminos fatales
que me alejan de ti para tenerte cerca
más rápido de lo que el tiempo exige,
cuando no te queden fuerzas,
sacarás de mí las ganas,
cuando no me queden sueños
iré con paso firme a reclamarte la esperanza.

Cuando ya no, y entonces sí,
puede que, a lo mejor,
quédate conmigo
y prometo callar por los codos
para tocarte el alma,
cuando todos duerman
y tú siembres paz en este drama
que llamamos tierra,
hazle cosquillas a esta bestia
y amansarás la fiera,
estrújame si duele,
abrázame si abrasa,
hiélame si quema,
quédate conmigo, sólo una mañana,
y mañana volveré a decir lo mismo,

quédate conmigo, sólo hasta mañana.