martes, 5 de marzo de 2013

Historias como ésta.



Historias como ésta.

Me olvidaré de ti aunque sea lo último que haga en la vida,
me olvidaré del tiempo que pasamos
cogiéndonos las manos mientras las soltábamos,
aunque pase mis días vagando
por cielos y tierras hasta desconocerte;
cuando el primer rayo de luz ilumine mi rostro
y no esté tu nombre escrito en mi frente,
el sol habrá convertido tu herida en cicatriz;
volveré sobrevolando carreteras y nubes,
 como si tu recuerdo de lluvia se tratase,
y hubiera llovido ya tanto que el campo fuera sequía,
y hubieras dolido ya tanto,
que no mereciera la pena seguir regando las flores
que te mantenían con vida.

Me olvidaré de ti, aunque sea lo último que haga en la muerte,
y cuando un soplo de aire fresco venga a rescatarnos de la oscuridad,
todo el tiempo que anduve buscándote mientras te escondías,
se vengará susurrándonos que yacemos inertes.

Al fin y al cabo, eso son los finales de historias como ésta,
pequeñas muertes que te quitan la vida mientras te mantienen con ella,
dejarlas morir es dejarte morir,
pero quizás a todos en cierta manera nos merece la pena,
o eso decimos, para dejarnos de penas.

2 comentarios:

  1. Para soltar lastre...

    Pero el olvido (o el proceso de olvidar) no es más que otra forma de memoria, como cuando ordenas un cajón, que todo lo que vas sacando primero lo tienes que ver. Eso sí, en cuanto te deshaces de ello no vuelve. Pero hay cosas en los cajones que aunque no las uses para nada, por mera nostalgia las conservas.

    ¡Salud!

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